Aprovecho para ir introduciendo las distintas crónicas que he ido haciendo en Navidad. Completaré todas las de la primera vuelta, pero empiezo con la de los primeros partidos, Mon United, Manises y Evangélico:
Victoria de la mediocridad
El primer partido de Liga se jugaba en casa y contra un rival del que no teníamos ninguna referencia, el Mon United. No invitaba el nombre ni la pinta del equipo a ser desconfiados con la victoria, y mucho menos la moral que habíamos adquirido después de haber hecho una buena pretemporada y haber vencido con un buen partido al poderoso Benicalap y a nuestro vecino At. Amistad con elegancia y contundencia 3-0.
El partido lo planteamos con Roberto en la portería. Una línea de cuatro con Oli como lateral derecho, Jorge por la izquierda, Héctor, capitán y García centrales. Un pivote, Mathieu, y dos medios de creación, Sandro y Nacho. Por delante, una línea de tres sin ocupaciones defensivas. Por la derecha Xiri, por la izquierda Moreno y por dentro Lara.
El partido no se salió del guió escrito. Como habíamos ensayado en pretemporada despreciamos la calidad del rival y le entregamos la pelota para ver qué es lo que sabían hacer. Pronto nos dieron la respuesta. Muy poco. Casi nada. El único jugador con algo de criterio pero excasísima calidad era su capitán, el 10, y pronto empezamos a robarles balones y a encontrarle las espaldas a sus deficientes defensas. Aunque ellos manejaban el balón, lo cierto es que todo el peligro lo pusimos nosotros pero sin generar nada de fútbol. A los 20 minutos nos adelantamos. Lara cogió un balón a más de 30 metros y lanzó una vaselina que sorprendió a su portero por alto para hacer el primero de la temporada. El golpeo llevaba intención pero no iba muy potente ni diríamos que era un balón envenenado. Se lo tragó el portero. 1-0. No habían pasado ni 5 minutos cuando una nueva pérdida de balón en el centro del campo del rival la aprovechó Nacho para darle un balón a Lara. La posición fueron a cerrarla los centrales y el desordenado y voluntarioso lateral izquierdo. Lara habilitó la subida por aquella banda de Xiri que batió con precisión de disparo cruzado al flojísimo meta rival.
El partido estaba sentenciado. NO había enemigo y era un buen momento para empezar a jugar al fútbol, tocar la pelota hacernos dueños del encuentro y acabar gustándonos y goleando. Nada del anuncio.
Hicimos cambios, aparecieron Casero, Samuel, Peris y Xavi. Nada funcionó. Nos perdimos en conducciones absurdas, olvidamos el toque rápido. No utilizamos las bandas ni la calidad de nuestro delantero. NO enlazamos y tiramos 45 minutos a la basura en una segunda parte infame. Muy lejos del nivel que se nos iba a exigir para subir pero suficiente para ganar cómodos al que a la postre acabará la primera vuelta como colista. 2-0. Nacho fue nombrado mejor jugador del partido pero sólo pudimos sacar en claro que éramos un equipo con un sistema defensivo solvente, sólido, (no recibimos ningún disparo ni ninguna ocasión), y que podríamos ser una alternativa mientras mantuviéramos el nivel defensivo. Pero en creación y definición suspendimos.
CRÓNICA DEL MANISES
Remontada corajuda
En el fútbol hay muchas cosas que te pueden hacer ganar o perder un partido. Puedes perder si te falta concentración, estás confiado o te crees mejor que alguien. Y eso es exactamente lo que nos llevó a irnos al descanso del partido contra el Manises "B" con un dolorosísimo 2-0. Planteamos el partido igual que lo habíamo hecho anteriormente. Cediendo la posesión del balón al rival y buscándole la espalda. Pero pareció que contagiados por el anodino e insoportable ritmo del partido anterior empezamos a perder balones y la posesión y abusar del pelotazo como única arma de ataque. Un equipo simplón y con una defensa irrisoria nos contuvo sin problemas. Es más, a pesar de fallar un par de ocasiones clarísimas, a manos de Xiri y expecialmente de Moreno, el equipo sufrió un shock emocional terrible con el 1-0. Fue un chut de falta lejanísimo que Roberto sólo pudo escupir al larguero a mano cambiada. Al remate entraron 3 delanteros azules mientras los rojinegros miraban atónitos su primer gol encajado en la Liga. Pareció una losa. Algunos se miraban sin poder explicarse qué había pasado. Simplemente nos habían metido un gol, pero fue como si nos hubiesen tirado una bala envenenada. Como si hubiera muerto un familiar muy cercano y un grupo que llevaba convencido de lo que hacía durante un mes y medio, se vino abajo alarmantemente en lo anímico. Tal fue así que a los 3 minutos, un disparo aún más lejano de su buen delantero centro, (que acabaría fichando el líder C.D. Torrent "B"), nos hizo el segundo ante el estupor de todos los presentes. El Manises nos había descifrado. SU delantero se hizo tres pasos atrás, nadie le siguió siguiendo el guión descrito por los técnicos y una virtud en Segunda Regional puede ser tan simple como un fuerte disparo. Tan fácil. Tan lejano. 2-0.
El vestuario al descanso parecía un velatorio. Fue difícil contener la rabia y explotar en gritos, pero la angustia y el miedo pueden ser tu peor enemigo en una situación crítica. Así que simplemente, el cuerpo técnico se decidió a, pausadamente, convencerles de que el equipo rival era muchísimo peor que nosotros y que remontar era tan fácil, como empezar a hacer las cosas bien.
Enfurecidos y dolidos en el orgullo, el equipo adelantó las líneas, apretó, robó arriba y en los 5 primeros minutos ya había generado 5 ocasiones claras, unas más que otras, pero algunas, de verdad, clamorosas. Su potero empezó a eregirse como la figura del partido.
Lleno de rabia, el equipo puso un balón al área y Nacho, de cabeza, puso el 2-1. Con la esfervescencia de la juventud y volviendo a ver la luz nos volcamos. Sonaban trompetas de guerra y tambores en el horizonte manisero y las ordas del Túria avanzaban famélicas a por su presa. Pero un gran socavón, como el Cañón del Colorado, se cruzó en nuestra viril respuesta al descanso. EN una contra, nuevamente, su delantero estrella cogió un balón en la frontal y batió, de nuevo de fuerte disparo, a Roberto. Alguno quiso agachar la cabeza, pero había demasiada testosterona en el campo y mucha más calidad que ellos para solucionar el problema.
Desde la lona, el pesado púgil rojinegro se levantó más enfadado que nunca y empezó a colgar balones al corazón del Manises, que nos ganaba 3-1 a falta de menos de 20 minutos para el final. El fútbol fluyó las ocasiones llovieron, otro centro lo remató García para acortar distancias y minutos después nos pitaron un penalti a favor. Nacho, que estaba siendo otra vez el mejor, con un carácter ganador encomiable lo tiro, blandito y a un lado. El portero se lo acertó y lo detuvo. Era otro revés al orgullo a la moral y al espíritu de la remontada. Pero el equipo creyó en sí mismo. Se sintió inmortal y volvió a resucitar. Un nuevo balón desde la frontal lo remató Nacho con el corazón, con la raza de campeón que se necesita para convertir una derrota en una victoria. EL último golpeo fue con la cabeza, que es lo que le falta a este chico para cobrar dinero en este deporte.
Los últimos minutos fueron un vendaval. De ocasiones, de paradas de su portero y de remar para llegar al objetivo, el único, la victoria. Y ésta llegó con un gol de Jorge. Gol Olímpico, córner directo, para completar una heroicidad que debía haber sido un paseo en barco y acabó por ser la travesía del Océano a remo.
La victoria nos sirvió para sumar tres puntos vitales, y para crecer en moral, más si cabe. Y para sacar conclusiones sobre nuestras limitaciones. Concentrados y motivados, al fin del mundo, confiados y desordenados al fin de nuestra vida deportiva y nuestras ilusiones.
CRÓNICA DEL EVANGÉLICO
Otro milagro sobre la campana
El partido en casa contra el Evangélico se presentaba como muy complicado. Unido a la ingente cantidad de bajas, se sumó que nos enfrentábamos a un rival de un nivel superior a los anteriores. El equipo venía avalado de una temporada pasada muy buena y tenía mucho mejores jugadores que los dos anteriores. Lara no participó y debutó Luis. El partido fue como un parto. Difícil, doloroso, pero con final feliz. No estuvimos bien en la creación, espesos. Lentos en la búsqueda de las bandas y sin acierto en el remate. Casi nada nos salía bien. Fue tan duro, tan difícil, tan obtuso, que no recuerdo muy bien si tuvimos muchas o pocas ocasiones. Si el desespero era por ver un muro demasiado alto o porque nuestras piernas no daban el mínimo para saltar por ahí. Lo cierto es que el partido pasaba, que ellos incluso comenzaban amenzar nuestra portería y que cuando parecía que el empate era justo, que no habíamos hecho nada para ganar ni deméritos para perder, nuestro ángel de la guarda, más atareado que el de la familia Kennedy, acabó por darnos una falta lejana y lateral. Tiramos de centímetros, de testosterona, agallas y suerte. Mathieu se fue a buscar un melón a los orígenes del mundo. La pelota llovió entre los centrales, los defensas una maraña amarilla, y un gigante francés que se la ganó al mundo. En difícil pugna apuró la jugada hasta la línea de fondo, muy forzado, tanto como el partido, como nuestra suerte... y allí, rebanó tirádose al suelo, un baloncito que se iba manso hacia dentro de la portería tras superar por bajo la salida desesperada del portero. Por allí apareció Moreno como el guapo de los hermanos Calatrava en Melrose Place... en plan heróico se tiró en plancha para empujar una pelota, que yo pienso que se iba, mansa pero dentro solita. En su heroico gesto, su livano trasero empezó a ejercer de freno, (afortunadamente poco), para la inercia de su estirada. EL balón, al que le valía con un soplido para convertirse en tres puntos, se fue enredando entre sus piernas que, a la vez, en vez de avanzar hacia el gol, parecía que se alejaba de él. Entre el enredo, la emoción y su deceleración, estuvo a punto de perder el gol y con él su vida, pero el bueno de Morenito acabó por hacerlo atravesar la línea de gol, no me preguntéis muy bien cómo. Lo cierto es que ganamos ese partido como hemos perdido otros dos, sin merecerlo. Pero de la manera más agónica y bonita. 1-0. Injusto, en el último minuto. SIn transmitir nada de fútbol, sin identidad de juego, pero con suerte de campeón.
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